Pero ¿por qué se
diseña? ¿Por qué al ser humano no le basta con la oferta natural como
al resto de los animales y ocupa su tiempo diseñando y produciendo?
Desde luego, si los humanos no somos inferiores a otras bestias, podemos
lo mismo que ellas sobrevivir como depredadores; y las pruebas indican
que tal fue nuestro sistema económico en el pasado: recolección y
depredación. Sin
embargo, nuestro cerebro posibilita una diversidad conceptual
excepcionalmente rica para un animal: más allá de las expresiones de
primera necesidad (las que se refieren al peligro) los humanos esgrimimos ideas tan sofisticadas como "belleza" y "felicidad". En
rigor, tales conceptos son innecesarios para la vida, pero una vez que
han sido formulados se inscriben en la memoria y comienzan a generar
nuevas conductas así como un afán de transformación de la naturaleza
hacia formas de vida más sofisticadas, confortables, seguras y estéticas
que, con el tiempo, terminan por convertirse en ganancias
irrenunciables.
(A propósito. Yo creo que todo lo que ha generado el ser humano lo ha producido por necesidad y nunca por capricho. Decimos "capricho" cuando renunciamos a explicar un fenómeno cuya mecánica se nos escapa.)
1. EL CUERPO DEL DISEÑO: LA INGENERÍA
No está claro por qué objeto o familia de cosas se inició la historia del diseño, pero creo que la mayoría de las personas apostaríamos por las herramientas que faciliten la alimentación. Si naufragas en una isla desierta, un cuchillo te salvará la vida. Es difícil imaginar un objeto de mayor potencialidad instrumental. Si careces de uno, sabrás fabricártelo puliendo una piedra de aristas cortantes. Cuchillos son los objetos más antiguos hallados en las exhumaciones arqueológicas.
Pero ¿un cuchillo es diseño o ingeniería? ¿Hay diferencias? Diseño, aseveran los diccionarios, es el resultado de la acción de proyectar un objeto. En consecuencia, el cuchillo se diseña. Sin embargo, la clasificación de las actividades económicas que actualmente manejamos en Occidente ha restringido el diseño a aquellas que aportan al instrumento unas cualidades estéticas –superfluas para su funcionamiento– que las emparentan con las artes plásticas.
Así podemos establecer esta clasificación. El ser humano diseña tres grandes conjuntos de objetos: (1) los objetos meramente instrumentales, y (2) los objetos estético-instrumentales y (3) los objetos meramente estéticos.
- Ingeniería u objetos con finalidad meramente instrumental. Este grupo comprende dos tipos de productos:
-Los productos químicos: farmacéuticos (sedantes, antibióticos, etc.), modificadores de alimentos (colorantes, apelmazantes, conservantes, etc.), fertilizantes, lubricantes, carburantes, etc.
-El conjunto de las máquinas y herramientas industriales, motores y baterías, así como equipamientos instrumentales para algunos gremios como bomberos, médicos, deportistas de alto nivel, militares, etc.
- Diseño o artes del diseño. Objetos diseñados con finalidad doble: estética e instrumental. No debe de ser casualidad que la mayoría de los objetos que nos rodean encajen en este grupo. De hecho, yo lo denomino así: “el grupo de los productos a la vista que sirven para algo”. Digo a la vista, porque el campo del diseño incluye todos los contenedores, cajas y envoltorios que ocultan los productos de la ingeniería. Escondemos las tijeras dentro de los cajones, los libros entre tapas de atractivas encuadernaciones, las máquinas en fábricas y carcasas, las bombillas dentro de lámparas, los colchones entre sábanas, la tinta en bolígrafos., etc. Y las personas en viviendas, escuelas, fábricas, coches, aviones...
- Artes estéticas. Objetos elaborados con finalidad meramente estética. Es decir, el grupo de las actividades destinadas exclusivamente al goce de los sentidos y la estimulación intelectual: las artes plásticas (bidimensionales y tridimensionales), la música, la literatura, los espectáculos (teatrales, pirotécnicos, etc.), incluidos el diseño floral y los juguetes. Pero estas fronteras conceptuales pueden borrarse y superarse fácilmente como en la fotografía que adjuntamos: sillas funcionales y sillas meramente estéticas.
2. EL ALMA DEL DISEÑO: LA COMUNICACIÓN
Continuemos nuestra exploración de la isla donde hemos naufragado. Pongamos que descubres otros habitantes y que pretendes relacionarte con ellos. Imaginemos además que lucen un aspecto salvaje, según los estándares de las películas de aventuras que conoces. ¿Cómo te relacionarías con ellos si no eres capaz de dirigirles unas palabras de amistad en su lengua?
Echarías mano de los lenguajes icónicos, es decir, de los lenguajes de las formas visuales. Por ejemplo, podrías emular su manera de ataviarse para que te percibieran menos extraño. También podrías prepararles un regalo, pues en todo el mundo se entiende la intención bondadosa del ofrecimiento. En ambos casos (decorarte, confeccionar un regalo) estarás diseñando para comunicar. Es decir, para comunicarte, diseñarás.
El alma del diseño es la comunicación. y así, un buen diseñador es aquella persona que domina los códigos de comunicación de los objetos que proyecta. Y, en consecuencia, tenderá a elegir unas formas u otras dependiendo de sus propósitos comunicativos, esto es, del mensaje que desea emitir, consciente, al mismo tiempo, de que tal mensaje deberá adaptarse a las particularidades (género, edad, cultura) del cliente o receptor de su diseño.
Diseñar es elegir elementos formales significativamente.
Diseñar es elegir elementos formales significativamente.
3. EL DOMINIO DEL DISEÑO
(I): Las plusvalías del objeto
En los objetos distinguimos, primero, la eficacia en el cumplimiento de su valor instrumental, que justifica su producción; y segundo, originalidad y belleza, plusvalías que incrementan su atractivo.
- La eficacia. Parece lógico que el exprimidor más vendido sea el más económico, rápido y fácil de limpiar. Pero como en la actualidad casi todos los objetos diseñados cumplen a las mil maravillas sus funciones, el comprador suele tener en cuenta otras cualidades del objeto.
- La belleza. El gran motor de la historia de los objetos de diseño, tanto como la propia investigación tecnológica, es la belleza. La belleza es la plusvalía del objeto de diseño más persuasiva que pueda imaginarse. Nos vestimos para sentirnos más atractivos, pero sobre todo para resultar más atractivos a los demás, para “vendernos” mejor como potenciales trabajadores, amigos o amantes. Decoramos los espacios públicos para hacerlos más atractivos a los usuarios y que el cliente prefiera nuestro comercio al de la competencia. Se renuevan las botellas de detergente cada diez años para que continúen resultando atractivas. La belleza hace atractivos a los objetos, los sitúa en el mercado, regula su producción industrial. La generación de belleza, además, resulta tan estimulante para el ser humano que llena de alumnos las escuelas de artes plásticas y diseño.
- La originalidad. El atractivo de lo novedoso no merece ni explicarse. “No te pierdas esto o aquello”, decimos a los amigos cuando hemos visto algo insólito. Nacemos de natural curiosos y, por ende, la publicidad excita nuestro deseo por lo novedoso. ¡Y qué eficiencia la de la publicidad! Nuestros armarios rebosan de objetos útiles, abandonados sencillamente porque han pasado de moda. La enfermedad de lo novedoso llegó a definir toda una época, el siglo XX, obsesionado por la originalidad, y todavía tendemos a valorar lo novedoso por encima de lo bueno.
(II): La belleza científica
¿Puede dominarse la belleza? ¿Puede aprenderse y replicarse mediante una metodología? Sí, por supuesto. Sería ilógico que algo tan codiciado como la belleza hubiera escapado al análisis. Ya Pitágoras describió sus leyes elementales hace milenios, y en el siglo XX los científicos las han corroborado, de modo que podemos hablar de una belleza objetiva, positiva o científica. La belleza científica u objetiva de las cosas (naturales o artificiales) se argumenta en términos de regularidad, armonía y claridad formal, elementos todos ellos que promueven la inteligibilidad, la comprensión del objeto.
-La inteligibilidad del objeto aumenta cuanto más se parece a sí mismo y menos a otros objetos, de modo que comunica su función de manera inmediata. De modo simultáneo, la comprensión estructural y estética del objeto se promueve relacionando los elementos formales de que se compone observando reglas de proporción o armonía entre sus elementos formales volumétricos (tridimensionales) y superficiales (bidimensionales).
ALGUNOS ELEMENTOS FORMALES TRIDIMENSIONALES o VOLUMÉTRICOS
1. Volumen: geométrico (cúbico, piramidal, esférico, prismático, cónico) u orgánico (biomórfico, antropomorfo, zoomorfo).
2. Composición: ortogonalidad (ortogonal), simetría (simétrico), yuxtaposición (yuxtapuesto), oblicuidad (oblicuo o diagonal).
ALGUNOS ELEMENTOS FORMALES BISIMENSIONALES o SUPERFICIALES
1. Color. La lista de colores es infinita.
2. Brillo: brillante, mate.
3. Densidad: transparencia, traslucidez, opacidad.
4. Textura: hirsuta o aterciopelada, tersa o lisa, rugosa o granulada, etc.
5. Silueta: geométrica (cuadrada, rectangular, circular, etc.) u orgánica (biomórfica, celular, etc.).
Por ejemplo, si se diseña un respaldo de silla, largo y ancho serán proporcionados y los colores de la tapicería emitirán frecuencias de onda que al medirlas también resulten proporcionadas. Por fin, incrementa la comprensión del objeto la regularidad, la repetición de las formas, llamada también simetría..
ALGUNOS ELEMENTOS FORMALES TRIDIMENSIONALES o VOLUMÉTRICOS
1. Volumen: geométrico (cúbico, piramidal, esférico, prismático, cónico) u orgánico (biomórfico, antropomorfo, zoomorfo).
2. Composición: ortogonalidad (ortogonal), simetría (simétrico), yuxtaposición (yuxtapuesto), oblicuidad (oblicuo o diagonal).
ALGUNOS ELEMENTOS FORMALES BISIMENSIONALES o SUPERFICIALES
1. Color. La lista de colores es infinita.
2. Brillo: brillante, mate.
3. Densidad: transparencia, traslucidez, opacidad.
4. Textura: hirsuta o aterciopelada, tersa o lisa, rugosa o granulada, etc.
5. Silueta: geométrica (cuadrada, rectangular, circular, etc.) u orgánica (biomórfica, celular, etc.).
Por ejemplo, si se diseña un respaldo de silla, largo y ancho serán proporcionados y los colores de la tapicería emitirán frecuencias de onda que al medirlas también resulten proporcionadas. Por fin, incrementa la comprensión del objeto la regularidad, la repetición de las formas, llamada también simetría..
De lo que hemos dicho se deduce también que los patrones geométricos, a causa de su armonía, claridad y regularidad formal inherentes, facilitan el diseño de objetos bellos. Echa un vistazo a tu alrededor. Te costará encontrar un objeto cuya conformación general (y la específica de cada una de sus partes) no reproduzca una figura geométrica sencilla. Son prismas regulares las mesas y los muebles de guardar, los huecos de las paredes, el lavaplatos y tu reproductor de mp3. Son cilindros la mayoría de los electrodomésticos de pequeño formato, las columnas, las latas de refrescos, las faldas, etc. Los patrones geométricos más utilizados para diseñar son las figuras elementales (esfera, pirámide, cubo) y los rectángulos cuya relación proporcional entre la longitud mayor y la longitud menor equivale a 1,618 (número phi, obtenido por la llamada división o sección áurea).
A
A
La belleza científica suele constituir el punto de partida para la mayoría de los objetos de diseño de difusión masiva. Sin embargo, no es suficiente. Más allá de la belleza positiva, las personas habitamos un lugar y un tiempo específicos, con sus objetos igualmente específicos que nos han venido educando en unas preferencias formales desde que siendo bebés abrimos los sentidos a la percepción. Así están de moda una variedad concreta de pantalones, pero también de interiores aeroportuarios, una volumetría específica en los botes de limpiacristales, unas tipografías sobre otras, e incluso unas palabras y gestos para saludar. Digámoslo de otro modo: además de la belleza científica, genérica, intemporal, existen los matices del gusto, el barniz de la belleza entendida ahora como preferencia de una sociedad que habita un tiempo y lugar concretos. Pero recuerda: esta segunda belleza efímera, denominada habitualmente “moda”, no contradice a la belleza científica, simplemente la modifica y adapta a las preferencias temporales.
4. EL ESTILO
4.1. LOS ESTILOS SON LENGUAJES
Ya lo dijimos: el alma del diseño es la comunicación. Esta idea nos la ha inspirado la semiología o semiótica –dos términos sinónimos que se definen como “ciencia general de los signos”–, difundida a partir de la década de 1970 por intelectuales como Umberto Eco y Jean-François Lyotard. Gracias a ellos, hoy entendemos el universo de las relaciones humanas como una espesa y muy compleja red de mensajes.
Ya lo dijimos: el alma del diseño es la comunicación. Esta idea nos la ha inspirado la semiología o semiótica –dos términos sinónimos que se definen como “ciencia general de los signos”–, difundida a partir de la década de 1970 por intelectuales como Umberto Eco y Jean-François Lyotard. Gracias a ellos, hoy entendemos el universo de las relaciones humanas como una espesa y muy compleja red de mensajes.
Grosso modo, podemos dividir los mensajes en los siguientes grupos:
- Los mensajes emitidos por medio de los signos que denominamos “palabras” configuran los códigos lingüísticos, esto es, los idiomas.
- Los mensajes emitidos por medio de los signos que denominamos “sonidos musicales” configuran los lenguajes musicales.
- Los mensajes emitidos por medio de los signos que denominamos “elementos formales” o "signos icónicos" o "signos visuales" (es decir, "signos-imagen") configuran los códigos icónicos, denominados más habitualmente “lenguajes estilísticos” o simplemente “estilos”. En un objeto cada una de sus formas equivale a una palabra: el color blanco en un velo señala una función nupcial, mientras que el negro significa luto. Una conjunción de formas específicas genera un lenguaje estilístico, como una suma de palabras crea una frase. Así el estilo orgánico en diseño es aquel que, a imitación de las formas orgánicas, conjuga volúmenes redondeados, texturas no excesivamente pulimentadas (porque las pieles no suelen serlo), colores secundarios (son raros los colores primarios en la naturaleza), etc.
La semiología ha demostrado que todos los signos icónicos (o "formas", recordemos que son la misma cosa) comunican; más aún, han demostrado que es imposible vaciar de significados a las formas y que éstas se cargan de nuevos mensajes con el paso de las generaciones. Por ejemplo, una torre de muro cortina, versión funcionalista del gran edificio de oficinas, desnuda de ornamentación en su origen y creada sin propósitos comunicativos, ha terminado por significar “dinero” porque todas las grandes empresas capitalistas se han hecho construir una.
En este apéndice, previo al estudio de los estilos históricos que detallaremos en los capítulos siguientes, presentamos los grandes lenguajes estilísticos que hemos venido empleando los humanos desde que poblamos la Tierra: los estilos universalmente conocidos.
1. El estilo geométrico. Lo encontramos en los cinco continentes y se asocia a cualquier civilización en estado de desarrollo prehistórico y arcaico. El tratamiento geométrico se aplica extensivamente a volúmenes, superficies y motivos decorativos. Cuando los últimos se inspiran en seres vivos (vegetales, animales, humanos) la figuración se presenta igualmente geometrizada, con los órganos estilizados como buscando las líneas geométricas fundamentales.
El estilo geométrico se desarrolla desde el origen del hombre hasta el siglo V AEC en Occidente, y se retoma ocho siglos después, durante la Edad Media en sus períodos alto y medio (siglos IV a XII EC). En América el estilo geométrico fue detenido por la colonización española hace apenas cinco siglos. Los subestilos geométricos, al encontrarse en tal variedad de lugares y fechas, son los más numerosos: cada civilización tiene el suyo propio. Además, son geométricos todos los estilos del arte folklórico y popular así como los estilos del diseño infantil y juvenil. Compara la figura del flautista de las Cícladas con Pocoyó y lo verás claro.
Estilo geométrico en diseño: pirámide de Coatzacoalcos, México |
A
Acanto, la planta más reproducida en la decoración clásica |
2. El estilo clásico, cuya particularidad es la decoración con figuras de estilo naturalista, se conoce desde el Paleolítico (por ejemplo, las famosas Cuevas de Altamira). Fue cultivado marginalmente en las sociedades antiguas y se expandió, hasta la hegemonía, en Grecia y Roma entre los siglos V AEC y IV EC. A imitación de la cultura grecolatina antigua, Europa lo recuperó en el Renacimiento. En China se conoce también desde tiempos remotos pero se cultiva con especial éxito desde la dinastía Song (siglo XII).
Estilo clásico en plástica: Huizong, siglo XII |
A
Estilo orgánico racionalista en diseño: blusa de Madeleine Vionnet, materia desnuda de ornamentos, pura estructura |
Los estilos estructuralistas que analizamos en este libro son los siguientes: funcionalista, orgánico, expresionista, neoplástico, high-tech y minimalista.
Todos sabemos que podemos clasificar las artes figurativas por su contenido, tema o género: mitología, paisaje, bodegón, etc. Más infrecuente es que sepamos clasificar el diseño desde el género, ya que, en principio, los objetos de diseño no precisan género de ninguna clase y se conforman con ser al mismo tiempo útiles y bellos, que no es poco.
Género tipológico: silla "Plywood" de Jasper Morrison |
Género fisionómico. A la Zanussi Essential los ojos le hacen chirivitas, y no para de hablar |
A
1. Género tipológico. La forma del objeto se ajusta estrechamente a la de su tipología universal. La silla parecerá una silla si respeta la conjunción tipológica universalmente conocida de ensamblar cuatro patas a un asiento y elevar sobre éste un respaldo.
2. Género fisionómico. Numerosos objetos de diseño presentan “rostros”, en especial, las fachadas, los belvederes de las torres, los frentes de los medios de transporte (morros de coches, locomotoras, cabinas de aviones), etc.
-
Género y estilo orgánicos: un sillón de Giuseppe Terragni rebosa de vitalidad y viste guantes |
Género fisionómico con estilo clásico: ojos, nariz y boca en la torre del Hotel Petit Palace de Madrid |
3. Género orgánico y estilo orgánico. Por una vez al menos estilo y género se dan la mano: las formas imitan a las orgánicas y lógicamente aluden a una especie animal: los coches parecen mascotas (el Escarabajo, el Seiscientos, o la Vespa, es decir, la avispa) y bebés (Twingo); los vestidos flores (Dior) y caparazones (Balenciaga), etc. En realidad, podemos considerar el género orgánico simplemente como una extensión del género fisionómico.
4. Género auricular. Se denomina así al género orgánico inserto en el estilo clásico, cuando sus elementos decorativos característicos sufren leves modificaciones de forma o composición para que continúen reconociéndose como tales y, al mismo tiempo, sugieran una entidad viva. Abundante desde el siglo XVI, traemos dos ejemplos: una porción de antepecho de una marquesina del Metropolitano de París, diseño de Hector Guimard hacia 1900, y el capitel que corona la tumba de Fanny, malograda perrita del arquitecto John Soane, en el jardín de su casa londinense (hacia 1820).
Antepecho del metro de París |
Tumba de Fanny |
5. Género figurativo. Objetos insólitos han logrado incluso remplazar a las artes figurativas. El sofá que ilustramos reproduce un paisaje urbano nocturno. Dentro de la Mediateca de Senday, diseño de Toyo Ito, podemos encontrar un bosque bajo la lluvia... El género figurativo comienza a ser habitual en el diseño destinado al público infantil y juvenil.
Bosque bajo la lluvia. Mediateca de Senday |
4.4. LA COMBINACIÓN DE ESTILOS
Rara vez un objeto de diseño se expresa en un único lenguaje estilístico. Lo más habitual, sobre todo en el tiempo que vivimos, marcadamente ecléctico, es la combinación estilística. Echa un vistazo de nuevo a la silla de Morrison. La estructura es clásica, procede de la estructura de silla inventada a comienzos del siglo XIX dentro del estilo Imperio (patas delanteras rectas y traseras en sable), como es tradicional el material; sin embargo, la desornamentación es lenguaje moderno, y el respaldo, con su descarado diseño antiergonómico, conecta con las pretensiones filosóficas del arte conceptual.
Veamos otro caso de actualización estilística. La silla Barcelona, acaso la más famosa del siglo XX, mezcla una estructura arcaica (tijera) y asiento y respaldo en capitoné, propio del clasicismo romántico. Sin embargo, al eliminar los reposabrazos, la imagen que nos ofrece es la de dos rectángulos cuarteados, cuadriculados, sin añadidos ornamentales y además negros (color promocionado por Chanel en el seno del diseño moderno). Mies van der Rohe actualiza de este modo una silla muy antigua siguiendo la moda de la Bauhaus.
Cuanto más importante la comercialización de un producto, mayor su adhesión estilística a la moda. Los coches de nuestra década combinan palabras de dos lenguajes a priori opuestos: el lenguaje tecnológico en el acabado de las superficies (el metal se refuerza con pintura brillante) y lenguaje orgánico en el diseño fisionómico de los frentes.
Lo hacen así pensando en el cliente mayoritario de nuestros días: el hombre de cuarenta años, educado por el anime y el manga en los robots biomórficos. Observa el mensaje de simpatía que emite el Renault Megane visto por detrás, con su dulce sonrisa y los párpados pintados de rosa.
Silla Barcelona |
Cuanto más importante la comercialización de un producto, mayor su adhesión estilística a la moda. Los coches de nuestra década combinan palabras de dos lenguajes a priori opuestos: el lenguaje tecnológico en el acabado de las superficies (el metal se refuerza con pintura brillante) y lenguaje orgánico en el diseño fisionómico de los frentes.
Lo hacen así pensando en el cliente mayoritario de nuestros días: el hombre de cuarenta años, educado por el anime y el manga en los robots biomórficos. Observa el mensaje de simpatía que emite el Renault Megane visto por detrás, con su dulce sonrisa y los párpados pintados de rosa.
Renault Megane |