Capítulo 38. Movimiento Moderno e indumentaria después de 1970

Superficies geométricas desnudas en 
este traje de 1985, Adolfo Domínguez, 
cercano a la estética minimalista

El Movimiento Moderno sigue adelante y encuentra nuevas intenciones plásticas y comunicativas en la actualidad. Dos estilos evolucionados desde el estilo funcionalista llaman ahora la atención: el estilo futurista, tecnológico o high-tech (High Technology Style), y el estilo minimalista. Veremos que sus intenciones son en gran medida opuestas aunque parten de formas geométricas intercambiables: el high-tech tiende a ser ruidoso y espectacular; el minimalista, callado.
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El high-tech nos transporta a la ciencia ficción. 
Cúpula espectacular como remate del Parlamento 
Alemán (Reichstag) en Berlín, diseño de Norman Foster

















estilos racionalistas aparecidos después de 1970


El estilo high-tech es un estilo habitualmente asociado a la arquitectura y el diseño industrial de productos dirigidos al cliente masculino heterosexual; subraya la plasticidad de las infraestructuras y los mecanismos internos (que ocultan el resto de estilos racionalistas) hasta el punto de convertirlos en el principal atractivo del objeto y de este modo subraya la excelencia tecnológica del objeto. Se aplica en las siguientes diciplinas del diseño:
Ascensores como cápsulas futuristas en el distribuidor 
de la terminal de salidas T4 del aeropuerto de Madrid, 
diseño de Richard Rogers
Aunque el uso demuestra que los relojes 
masculinos son objetos tan ornamentales 
como las pulseras femeninas, se publicitan 
como si fueran navajas suizas; sus 
funcionalidades los "adornan". Tisssot, 2006  

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1. La arquitectura monumental, en especial la arquitectura de las grandes empresas financieras (todavía en el siglo XXI habitadas principalmente por varones heterosexuales). Pero no solamente rascacielos de cristal y armaduras metálicas, sino también  aeropuertos, como la T4 de Madrid o el aeropuerto de Hong Kong. Nótese que tanto la arquitectura del dinero como los aeropuertos son en nuestros días las verdaderas colmenas de los ejecutivos. 

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2. El diseño industrial de consumo principalmente masculino: productos electrónicos audiovisuales y de la informática, relojes de pulsera. Estos objetos son publicitados al futuro cliente por medio de largas explicaciones que profundizan en sus discutibles funcionalidades... En efecto, todos estos productos han sido enriquecidos con gadgets, pequeñas funcionalidades de uso muy limitado que se incorporan al objeto para facilitar su venta, ya que el cliente los percibe como plusvalías y le ayuda a argumentarse las razones por las que comprará el objeto. 
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3. El diseño de ropa deportiva. Los colores neutros y la complejidad formal aparente (es decir, decorativa, estética, superficial) del objeto facilita su seducción. Las zapatillas de deporte constituyen el objeto más barroco (y este sí ornamentado) de todo el guardarropa masculino. Se inspiran en las botas de los astronautas y en general en el vestuario casi siempre blanco y repleto de incomprensibles lengüetas de los héroes de ciencia ficción.
La complejidad formal de estos calcetines  
de la marca Nike se interpreta normalmente 
como complejidad funcional: he aquí el 
propósito habitual del estilo tecnológico


   
Otros ejemplos indumentarios. Cuando el high-tech se puso de moda allá por 1980 algunas empresas como la de François et Marithè Girbaud (Closed) lanzaron prendas que exhibían las costuras sobre el envés de las prendas de vestir igual que los edificios lucían sus infraestructuras. En España, la diseñadora de moda Lourdes Bergada, afincada en Barcelona, continúa hoy volviendo hacia el exterior algunas infraestructuras de sus diseños y permanece fiel a los colores neutros favoritos del funcionalismo y el tecnologismo. De forma más experimental, en ocasiones las pasarelas nos asombran con modelos en los que han incorporado tejidos luminiscentes. 
Humor high-tech en esta "cazadora-maletín"
de Issey Miyake


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Vestido tubo de Calvin Klein, hacia 1986





El estilo minimalista, reconocible por su rígida repetición formal, pretende, por reducción de esa misma variedad formal, la reducción de los pensamientos suscitados por la simple visión de los objetos y así facilitar una suerte de "silencio visual". Una tranquilidad cada vez más deseada en nuestro mundo hipercomunicado. aEl arte minimalista se conoce desde la década de 1970, pero fue en la de 1990 que se divulgó su callado estilo entre numerosas disciplinas del diseño, particularmente la indumentaria, el interiorismo, el mueble y la arquitectura; gozó entonces de su década de moda: superficies de geometrías simples, repetidas y preferiblemente blancas.  
El estilo minimalista es el más empleado en espacios expositivos: tienda de Calvin Klein en Nueva York, diseño de John Pawson

Suma de siluetas geométricas blancas. 
Traje de Matthew Ames, 
2010; foto: Sybille Walter; estilismo: Samuel Drir
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