Príncipe de las Flores; Tauromaquia, Palacio de Cnossos (Creta) |
II milenio AEC
1. INDUMENTARIA CRETOMICÉNICA
1. INDUMENTARIA CRETOMICÉNICA
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El II milenio AEC en la Hélade pertenece a dos culturas: (1) la cretense o minoica, cultura isleña y comercial, y (2) la cultura micénica, continental y guerrera. Los segundos llegarían a convertir en vasallos a los primeros, pero adoptaron su gusto artístico, de ahí que podamos hablar igualmente de "indumentaria cretomicénica".
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El II milenio AEC en la Hélade pertenece a dos culturas: (1) la cretense o minoica, cultura isleña y comercial, y (2) la cultura micénica, continental y guerrera. Los segundos llegarían a convertir en vasallos a los primeros, pero adoptaron su gusto artístico, de ahí que podamos hablar igualmente de "indumentaria cretomicénica".
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Cuando
la cultura minoica fue descubierta a principios del siglo XX deslumbró a los
arqueólogos de todo el mundo, pues el concepto que subyace en su traje es
opuesto al del vestido antiguo. El traje de los creteses busca la
estilización anatómica. Pero no solo eso. Para empezar, el traje masculino era
comparativamente menos interesante que el femenino, un rasgo insólito en la
historia del vestido anterior al siglo XVII.
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En el llamado Príncipe de las
Flores, encontramos el mismo gusto por los cabellos largos y
meticulosamente arreglados de sus vecinos orientales. Su único vestido consiste
en una pampanilla sujeta por un cinturón, y una suerte de slip para contener el
sexo. Ambas prendas hemos de incluirlas en el capítulo de la cultura material
antropomorfa: el calzón resulta marcadamente faliforme (no se encuentra una
prenda tan acorde con la conformación del pene hasta las braguetas rígidas del
siglo XVI) y la falda no cubre las caderas; sospechamos que la longitud de las
piernas era una cualidad considerada atractiva, de modo que la pampanilla se
abre por los costados para subrayar esa longitud. El cinturón tampoco encaja en
el traje abstracto antiguo porque metamorfosea el talle disminuyendo su
perímetro.
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El traje
femenino demuestra la misma obsesión por eliminar la adiposidad que se acumula
sobre los músculos abdominales. Vemos corsés tan angostos como
los del rococó, al tiempo que algún ahuecador permite a la falda mantener la
forma de campana (¿un miriñaque?). También por primera vez las mangas son
independientes: el traje no integra los brazos, comprende su anexión al tronco
del individuo y no elude esta anexión. Los senos, empujados por el corsé, se
exhiben en todo su tamaño.
Detalle de "Diosa de las Serpientes", Museo de Heraklion |
En el lateral de un sarcófago aparece una escena ritual. Curiosamente, cuatro personajes visten konakés mesopotamio. Sarcófado de Hagia Triada, Museo de Heraklion |
Diosa de las Serpientes, Museo de Heraklion (Creta) |
Estatuas oferentes halladas en Monte Acuto Ragazza (Bolonia, Arqueológico) |
I milenio AEC
2. INDUMENTARIA ETRUSCA Con anterioridad a la dominación romana,
los etruscos y las gentes de Italia vestían trajes de lana parecidos a los que hemos
visto en Mesopotamia. Las
representaciones nos permiten hablar de mujeres vestidas con faldas
relativamente estrechas, blusas y mantos semejantes a los que encontraremos en
el traje ibérico, pero también túnicas y vestidos muy largos que se acortaban mediante ablusamientos como una túnica peplo; el manto vestido sobre la cabeza para velar el cabello será
una costumbre que se prolongará entre las mujeres castas griegas y romanas
(fig. 7). El traje masculino, siempre menos cubriente que el femenino, se compone de faldas y el imoprescindible manto diagonal, válido para la cama y para el frío en el exterior.
Los vestidos se ablusan sobre las rodillas y los mantos envuelven las cabezas: Fresco de una tumba de Ruovo (Nápoles, Nazionale) |
Dama del Cerro de los Santos (Madrid, Arqueológico) |
I milenio AEC
3. CULTURA ÍBERA Antes de que los romanos se instalaran en la Península para regirla, ya nos habían visitado fenicios, griegos y cartagineses. No obstante, ninguna de estas influencias explica la originalidad de la cultura íbera, que privilegia la representación de la mujer frente a la del varón (¿cultura matriarcal?) y la representa ataviada con un lujo de joyas sin equivalentes en toda la Antigüedad: Damas de Elche, de Baza y del Cerro de los Santos.
3. CULTURA ÍBERA Antes de que los romanos se instalaran en la Península para regirla, ya nos habían visitado fenicios, griegos y cartagineses. No obstante, ninguna de estas influencias explica la originalidad de la cultura íbera, que privilegia la representación de la mujer frente a la del varón (¿cultura matriarcal?) y la representa ataviada con un lujo de joyas sin equivalentes en toda la Antigüedad: Damas de Elche, de Baza y del Cerro de los Santos.
Fuentes bibliográficas
Boucher, François, 20.000 Years of Fashion, New York: Abrams, 1990; Vives Boix, Francisco, La Dama de Elche en el año 2000: Análisis tecnológico y artístico, Valñencia: Gorgona, 2000.