Capítulo 27: Transición a la indumentaria romántica (1820-1820) y primer estilo romántico: el traje globular (1828-1836)



Transición al vestir romántico
En la segunda mitad de la década de 1820 se efectúa el cambio de silueta con la intromisión de la crinolina bajo la falda. El código que va a distinguir el traje de sociedad del traje ordinario se consolida: el traje de sociedad es siempre de seda, o siempre que se pueda, y escotado para bailar; el traje ordinario es más comedido en el adorno y rara vez es representado (figuras 2, 3 y 5), pues gusta inmortalizarse con las mejores galas.

    

Evolución del traje de baile entre 1822 y 1830: abandono progresivo de la verticalidaden la 
moda Imperio por la intromisión de los ahuecadores falderos.Sin embargo, los vestidos 
se adornan de manera equivalente, es decir, principalmente en la falda y destacando, 
con progresiva amplitud las mangas.De izquierda a derecha: grabados procedentes de
 Petit Courrier des Dames, 1822, 1824 y 1828.


El primer estilo romántico: el traje globular
CLAVES ESTILÍSTICAS 1828-1836
Moños altos
Hombros resbaladizos y mangas hipertrofiadas en los bíceps    
Faldas ornadas solamente en los bajos   
Único período romántico en que se ven los zapatos

Sombrero de plumas, redingote de terciopelo 
y boa para la reina de España: Cruz y Ríos,
Fernando VII y María Cristina, 1832,
Museo de Bellas Artes de Asturias.
Explosión de protuberancias     El traje romántico brota como una órbita de satélites esféricos y piramidales en torno a la cintura (mangas, falda) y el rostro (moños y grupos de rizos). Trae vivos recuerdos del traje femenino de moda en Italia a mediados del siglo XVI y, quizás más aún, del vestido francés a mediados del siglo XVII, de manera que los adjetivos “neo-renacentista”, “neo-manierista” y “neo-barroco” le encajan realmente bien.

Tocados     En ninguna otra fase del traje romántico vamos a encontrar tal variedad de tocados ni tan grandes. Las tres tipologías más representadas son (1) el sombrero de alas amplias y cubierta abarrotada de lazos, plumas y quisicosas, (2) la tartana de abierta parábola que arranca desde la mandíbula y los turbantes (3). La guerra de la independencia griega (una guerra entre Europa y el Gran Turco) reanimó el gusto por el exotismo y los turbantes causaron furor en torno a 1833.

Sombrero tartana o capota y amplísimo fichú
sobre el traje verde. Chaleco floreado.
Una pareja elegante en La Mode, 1831.
Peinados     De altas moñas llamados “a la jirafa” y a menudo con guedejas de rizos junto a las sienes.
Corpiño     Lo propio es que casi no se vea, tapado por las mangas o por los fichús; cuando se ven, su escote es acorazonado. Las mangas abultadas en los bíceps reciben denominaciones adecuadas: globo, jamón, boina; y acaso la más curiosa: “a la boba”, es decir, con sobremanga transparente.
Dama con peinado jirafa, mantilla y mangas globo: 
la española a la moda. Mangas idénticas en el 
vestidito de su hijo. La fantasía del traje de 
caballero reside en el chaleco. 
José Elbo, Cayetano Fuentes y familia,  
1837, Museo del Romanticismo de Madrid.










Falda     Se distingue fácilmente de otras románticas por tres elementos: es tan corta que deja lucir los zapatos, siempre lleva cinturón y suele adornarse de modo preferencial en la parte baja.

Capas     Con semejantes mangas era forzoso guarecerse con sobretodos descomunales que entonces se denominaban “capas”. Su característica común es la palatina, una pieza de color contrastado que recorre el escote y el cruce.

Se desploman las mangas globos al 
final del estilo, anunciando la languidez del que está por venir. 
White, Florence y Parthenope Nigntindale, Londres, 1837, 
National Portrait Gallery.
Mantillas     Según el Semanario Pintoresco Español las mantillas españolas fueron moda en toda Europa durante la década de 1830. 

En primer plano la señora de la casa con traje de baile, 
una masa de tul sobre tafetán blanco, y mangas 
a la boba. Desde el fondo se aproxima una mujer 
con peinado jirafa, redingote dorado y delantal. 
Lacoma, Mª del Carmen Moré, 1833, 
Madrid, Museo del Romanticismo.

El turbante es una moda minoritaria.  
Le Follet, 1833.

Sedosas capas con palatinas de largos 
cabos en la parte delantera.  
Petit Courrier des Dames, 1836.