Capítulo 29: Indumentaria femenina 1842-1847: un estilo funcionalista



Por una vez vemos trajes ordinarios en un retrato y así distinguimos 
la austeridad que caracteriza el vestido romántico de 1840: 
moños, raya al medio, estofas lisas o de estampados geométricos. 
La joven al piano muestra jockeys, adorno de hombro. 
José Espalter, Familia Flaquer, Madrid, Museo del Romanticismo.
CLAVES ESTILÍSCAS     
Mangas ajustadas
Tejidos lisos, rayas y cuadros
Faldas de perfil ojival
A
Traje ordinario versus traje de baile.  
Journal des Demoiselles, 1842.

La joven que cose luce un casaquín de 
solapa bordada. Tras ella, una muchacha c
on traje de primera comunión. 
Journal des Demoiselles, 1844.
Austeridad    El desplome de las formas artificiosas se inicia en 1836 y culmina hacia 1842: aparece un traje sencillo, sobrio, de mangas y corpiño ajustados a la anatomía femenina; imagínelo con pantalones y obtendrá un modelo funcional del siglo XX. Incluso se arrincona la crinolina y la falda cae apenas abultada por el frunce de la cintura dibujando una parábola ojival. Al menos durante cinco años (1842-1847) la mujer gozó de una indumentaria razonablemente confortable.
A
Nueva York, Metropolitan.

Nueva York, Metropolitan.
Traje ordinario

Cabeza     Como en la fase anterior pero con dimensiones menguadas: capota de curva pequeña que se ajusta fielmente al rostro y peinados muy sencillos. Se recupera el moño, pero no arquitectónico como el de 1830 sino modesto.

Austeridad a rajatabla. En este traje de sociedad 
la berta ha adelgazado hasta convertirse 
en una banda de encaje. 
Esquivel, Señora de Mendizábal, 1843, Prado.
Traje     Caracterizado por el uso invariable de los tejidos lisos, rayas y cuadros. Los corpiños se cortan apretados al torso y han desaparecido los fichús de los escotes. Se ponen de moda los cuerpos de estilo militar, es decir, abiertos y con solapas, estilo de gran futuro en el traje femenino. Mangas naturales y faldas sin crinolina, rara vez con volantes y nunca más de tres.
A

Sobretodos
Chaquetones, manteletas y chales     La manteleta de los años cuarenta era principalmente de blonda. Son abolidas las manteletas de cabos del período anterior, pero no los chales, y se confeccionan prendas similares a nuestros chaquetones modernos, de aspecto muy funcional. 

Chales de blonda y se satén rayado.  
La Sylphide, 1843.


Mantilla y manteleta. 
Vicente López, Señora de Gandara, 1846, Prado.
Tres sobretodos: un chal de largos flecos y dos manteletas 
guarnecidas de encaje. La Sylphide, 1840.
Trajes de berta y tres volantes.  
Les Modes Parisiennes, 1846.


Traje de baile
Berta y tres volantes     Sin novedades y muy sencillo: siempre con berta y un máximo de tres volantes, carentes de otra guarnición. Los adornos de cabello característicos del traje de baile se denominan “prendidos”.
Chal y traje de baile: mensaje de pureza. 
Raimundo Madrazo, Leocadia Zamora, 1847, 
Comunidad de Madrid.
¿Una italiana con mantilla? 
F. X. Winterhalter, Princesa Altieri, Mainz, Landesmuseum.