Vestido de baile se seda rizada y falda de volantes. F. Madrazo, Condesa de Vilches, 1853, Prado. |
Bandós, mangas pagoda y
volantes
A
El traje que vuela El miriñaque
llegó hacia 1848 y los diseñadores comprendieron que el traje centrípeto,
envolvente y recogido de la fase anterior no casaba bien con una
infraestructura centrífuga y extrovertida. Al principio echaron mano del traje
rococó, que también incorporaba miriñaque, y copiaron servilmente batas, petos
y mangas Pompadour. Pero pronto elaboraron diseños elaborados ex novo para el nuevo inquilino de la enagua
e idearon la falda de volantes, los cuales no dejaron de aumentar hasta el
final del período (se llegó a la falda de 20).
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A
Cinturos Médicis sobre trajes de vastísimas mangas pagoda y montañas de volantes sobre un miriñaque de silueta prolongaba en la parte posterior. La Moda Elegante, 1862. |
Endomingados para asistir al Corpus, detalle del cuadro de Cabral y Bejarano (1857, Prado). |
Traje ordinario
Traje de muaré rosa con volantes decorados de encaje picado y galones. J. Vallespín, Elvira Álvarez Martínez, 1856, Museo del Romanticismo. |
Luto de muaré negro. F. Madrazo, Carlota Quintana, 1859, Museo de Arte Moderno de Barcelona. |
Coordinación Más que una novedad, el traje de volantes parece la culminación coordinada de diversas ideas sobre el vestir que se habían apuntado desde la introducción de la crinolina bajo la falda: la coordinación volumétrica de los distintos elementos que componen el traje. Un
estilo redondo del que sus coetáneos estaban orgullosos; así en 1856 El Correo de la Moda afirmaba: “El corte actual de los vestidos ha
llegado a tal altura de perfección y buen tono, que las modistas no ensayan
sino ligeras alteraciones apenas perceptibles”.
Tocados Las capotas sobreviven pero se recorta su copa y parece una aureola detrás de un flequillo.
Peinados Poco a poco la mujer va saliendo a la
calle sin sombreros ni cofias y este proceso se culmina a partir de 1860.
El cabello se sigue peinando con raya al medio pero los sobrios bandós de 1840
ceden su puesto a los rizos y a los recogidos barrocos.
A
Arriba, manteletas (Le Moniteur de la Mode, 1856); abajo, pardesús, es decir, grandes paletós (La Elegancia, 1861). |
Sobretodos
Manteletas y pardesús Podemos decir que las
manteletas anteriores a 1852 eran más largas
y cubrientes que las posteriores. Un nuevo género de sobretodo entra fugazmente en la
moda: los gigantescos pardesús.
Traje de
baile
Todos los trajes Al carecer de mangas, el traje de baile nos parece más estable que el ordinario. Hay que fijarse en el grosor acampanado de la falda y en la complejidad decorativa de prendidos y volantes. La estructura del vestido de berta continúa invencible. Los albornoces, favoritos entre las prendas de abrigo denominadas salidas de teatro o salidas de baile, en clara referencia a su función, defienden a las damitas bailonas del frío nocturno.
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Esmusosos trajes de berta y estofas traslúcidas. F. X. Winterhalter, La emperatriz María Eugenia con sus damas de honor, 1855, Castillo de Compiegne. |