Bibliografía José Luis Colomer y Amalia Descalzo (dirs.), Vestir a la española en las cortes europeas (siglos XVI y XVII), 2014;
Carmen Bernis Madrazo, El traje y los tipos sociales en el Quijote,
2001; Carmen Bernis Madrazo, “La moda en la España de
Felipe II a través del retrato de corte”,
en J. M. Serrera (ed.), Alonso Sánchez Coello y el retrato de corte
de Felipe II, 1991; Miguel Herrero García, Estudios sobre
indumentaria española en tiempos de los Austrias, 2014.
“Vestir a la española” La
moda occidental, por una vez al menos en su historia, se plegó a las
directrices formales que emanaban de la corte de Madrid. Este embelesamiento de
los usos indumentarios españoles se extiende desde los últimos años de gobierno
del emperador Carlos V hasta la tercera década del siglo XVII y se inscribe en
la mayoría de los palacios europeos, desde Inglaterra hasta Praga. Debe
entenderse, lógicamente, como una consecuencia del prestigio político de nuestros
primeros reyes de la casa Habsburgo.
Resulta menos sencillo precisar la
caracterización del “traje a la española”. Para los dos sexos llama la atención
el adorno del cuello, siempre alto y entubado, la rígida gorguera que obliga a un envaramiento de la
postura que, dice el tópico, encaja con el orgullo de aquellos españoles
propietarios de medio mundo.
A
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¿Quiénes son los españoles, quiénes los ingleses? Conferencia de Somerset House (Londres, National Portrait G.). |
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Bartolomé González, Ana de Austria (Prado). La última esposa de Felipe II viste ropa de mangas redondas. |
A
Por fin, merece la pena hacer una
referencia al monumento por excelencia que Felipe II construye para sí: el monasterio
de San Lorenzo en el Escorial: la residencia de un príncipe legítimo (mausoleo)
que cultiva su intelecto (biblioteca) para ponerlo al servicio de la Iglesia
católica (templo), habita un monasterio (por fachadas y decoración interna,
resulta imposible compararlo con nuestra idea tópica de los palacios, formada
por ejemplos de sensualidad y ostentación como La Alhambra o Versalles) y cuyo propósito
vital es la devoción a su divinidad (templo). Así se entiende que Felipe II
haya aproximado sus ropas civiles a las de los monjes y que sus mujeres habiten
trajes tan sólidos e inquebrantables como los muros de El Escorial.
Clouet, Enrique II de Francia (Louvre). |
TRAJE FEMENINO
Antifaces y verdugados españoles en un cuadro de Hans van der Beken (Madrid, Descalzas Reales). |
Cartón de pecho, verdugado y chapines
hacen el traje femenino español: mujer estuchada. Hasta finales del reinado de
Felipe III no se modifica el traje femenino, apenas incrementa su volumen,
siempre repitiendo las mismas prendas. Esos volúmenes y los tocados permiten
una datación precisa.
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Cartón de pecho (papelones), tablilla o tablón (voces éstas encontradas en el diccionario de Covarrubias): no pueden ser ilustrados, problema que comparte casi toda la ropa interior de este siglo. Pero no cabe duda sobre su moda generalizada. Dice del cartón Quevedo: “Dígote que nuestros sentidos están en ayunas de lo que es mujer y ahítos de lo que parecen. Si la besas te embarras los labios; si la abrazas, aprietas tablillas y abollas cartones, si la acuestas contigo, la mitad dejas debajo de la cama en los chapines” (El mundo por de dentro).
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Cartón de pecho (papelones), tablilla o tablón (voces éstas encontradas en el diccionario de Covarrubias): no pueden ser ilustrados, problema que comparte casi toda la ropa interior de este siglo. Pero no cabe duda sobre su moda generalizada. Dice del cartón Quevedo: “Dígote que nuestros sentidos están en ayunas de lo que es mujer y ahítos de lo que parecen. Si la besas te embarras los labios; si la abrazas, aprietas tablillas y abollas cartones, si la acuestas contigo, la mitad dejas debajo de la cama en los chapines” (El mundo por de dentro).
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El verdugado
consiste en una enagua con aros,
ahora principalmente una prende interior. Cuando Francia lance su propia
versión de esta infraestructura, empezará a hablarse de verdugado español (volumen cónico) y verdugado francés (volumen cilíndrico).
Los chapines eran difíciles de llevar y es común en las obras teatrales del Siglo de Oro que las damas tropiecen con ellos para caer en brazos de los hombres. También servían como arma arrojadiza y así el diccionario de Covarrubias recoge la voz “chapinazo”. Fuera de España, solo se usaron en distintas localidades del norte de Italia, entre Milán y Venecia.
Los chapines eran difíciles de llevar y es común en las obras teatrales del Siglo de Oro que las damas tropiecen con ellos para caer en brazos de los hombres. También servían como arma arrojadiza y así el diccionario de Covarrubias recoge la voz “chapinazo”. Fuera de España, solo se usaron en distintas localidades del norte de Italia, entre Milán y Venecia.
Sánchez Coello, Isabel Clara Eugenia (Prado) con saya de mangas de casaca, propias de niñas y adolescentes. |
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Las hijas de Felipe II con sayas de mangas redondas. El futuro Felipe III luce bohemio. Nueva York (Hispanic S.). |
Caracca, Catalina Micaela, duquesa de Saboya (Saluzzo, Casa Cavassa). Saya de mangas redondas. |
Sánchez Coello, Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz (Prado). Saya de mangas en punta. |
Las puntas atacan el delantero de la saya. |
Isabel Clara Eugenia (anónimo, Museos Reales de Bruselas) con ropa de mangas redondas. Gorgueras en su máximo esplendor y dimensión. |
Moroni, Caballero de rosa, Bérgamo (G. Moroni). Cuera, jubón, calzas, cañones o calzones y medias. |
Sobre la ropa interior (bragas y camisa)
y las medias, la cadera se cubre con calzas,
pantaloncitos cortos de nobles materiales, o con pantalones hasta debajo de la
rodilla, llamados calzones (dichos
también greguescos, gregüescos y valones). Alguna vez se ve a un
caballero usando calzones estrechos bajo cortas calzas; solo en este caso se
dice a los primeros cañones. Si se es hombre elegante y de
posibles, el torso se pone tieso con un jubón
fornido (con entretelas para conferirle el volumen deseado) y se cubre
después --pues no se exhibe del jubón más que las mangas-- un chaleco (cuera o coleto), una chaqueta (ropilla)
o ambas cosas.
El bufón Perejón (anónimo, Prado) con ropilla negra de mangas de casaca, cuera gris, jubón picado, camisa, calzas folladas y medias. |
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Villandrando, infante Felipe y enano Soplillo (Prado). El futuro Felipe IV viste bohemio sobre sus calzas largas, moda ya de finales del siglo XVI y principios del XVII. |
El calzado más preciado eran los borceguís. Cuero fino, muy flexible, se ajusta estrechamente hileras de botones, a veces tan altas como medio muslo. Las gorras van creciendo en la copa. En el siglo XVII gustarán las monteras, pues así llamaban a los sombreros con alas.
A
En el traje de corte solo se retrata el pantalón más elegante:
las calzas, y tanto es así que en el
gremio de los sastres se reserva su confección a un especialista. Las calzas
del siglo XVI son calzas ahuecadas (en
su día, “calzas folladas”), cortadas como tiras abiertas y rellenas de tejido
de color claro. Conforme avanzan las décadas se pierde la bragueta. Ya en los
años noventa tendremos las calzas largas,
que además de largas, como su nombre indica, son anchas y piramidales.
Sánchez Coello, Don Carlos (Prado) con bohemio forrado de lince. Calzas folladas, cuera pespunteada. |
Sánchez Coello, Alejandro Farnesio (Prado) revestido con tudesco de brocado y foro de lince sobre cuera a tono; el jubón y las calzas repìten tejido y color, prendas acuchilladas. |