Capítulo 14: Introducción a la Edad Moderna (en. Early Modern Period)


INTRODUCCIÓN GENERAL A LA EDAD MODERNA
A partir del siglo XV Europa Occidental evoluciona a un ritmo que no alcanza ninguna otra civilización del planeta. Un sistema económico brutal, basado en los minerales preciosos y la esclavitud, lo impulsa, pero también un pensamiento nuevo, científico, más allá de los prejuicios religiosos que han paralizado a tantos pueblos. 
La Edad Moderna se extiende unos trescientos años entre la caída de Bizancio (1453) y la Revolución Francesa (1789); en España suele en 1492 porque en ese año coinciden dos hitos históricos trascendentales: uno para los españoles, la conquista de Granada, la anexión de ese cuarto reino al mapa de España (Castilla, Aragón, Navarra y Granada), y otro trascendental para el mundo entero, la conexión entre Europa y América. La Edad Moderna se convertirá en Contemporánea después de 1800, es decir, en el siglo XIX, cuando la burguesía comience a compartir el poder con la aristocracia.
Algunos elementos culturales otorgan coherencia a la Edad Moderna: las religiones surgidas del cristianismo (romana, ortodoxa, protestante o reformada, etc.), el gusto decorativo devuelto al clasicismo (figuración siempre naturalista, ornamentación derivada de los órdenes grecolatinos) y la indumentaria anatómica. 


INTRODUCCIÓN AL ARTE MODERNO*
En 1425 el clasicismo grecorromano regresa para convertirse en la cultura artística identificativa de Occidente: cinco siglos de evolución lo refrendan. ¿Por qué el clasicismo? ¿Qué avala a la decoración clásica frente a otras? Absolutamente nada. Nos falta una explicación, como confiesa John Summerson en su ensayo El lenguaje clásico de la arquitectura. Sólo podemos conocer los efectos de una preferencia estilística renacida en Italia a principios del siglo XV como revitalización de un arte regional, que se convirtió, nadie sabe por qué, en universal para Occidente. En todo caso, una convención artística injustificada, casi un secreto compartido por todos los habitantes de Occidente durante quinientos años. 
Mucho tiempo, muchos lugares, defendido y reinterpretado por innumerables artistas, el clasicismo se muestra escurridizo cuando tratamos de sistematizarlo en fases, pues no evoluciona siguiendo una línea única y clara sino dibujando una ramificación arborescente. Ante un panorama tan vasto y polimorfo, se impone una estructuración introductora que separe las fases esenciales del estilo y adjunte algunas de esas ramas indómitas o sub-estilos. Después de cada fase señalamos los capítulos donde pueden encontrarse ampliaciones.

(* ATENCIÓN: "Arte moderno" es una expresión ambigua, ya que puede referirse tanto al arte de la Edad Moderna, un tiempo concreto en un marco geográfico concreto, como al arte del Movimiento Moderno, una vanguardia artística del siglo XX.)  
A
GENERALIDADES POR DISCIPLINAS
-Las artes figurativas conquistan la ilusión de lo vivo por medio de un naturalismo que llega a todos los elementos formales que componen las imágenes: color, luz, perspectiva, textura. El siglo XVII representa la culminación de este ideal en artistas como Velázquez y Vermeer. 
-Las artes del diseño distintas de la indumentaria reasumen el repertorio decorativo grecorromano para servir a una aristocracia civil y religiosa más rica que nunca antes en Europa: surgen ahora los palacios más grandes, más bellos y majestuosamente decorados. 
-Las artes del diseño indumentario desarrollan un traje anatómico sumamente idealista y favorecedor del cuerpo que cubre. El dimorfismo sexual se incrementa cada siglo y afecta primero a hechuras, luego a colores y adornos, por fin incluso a tejidos. En general, en los varones exagera la amplitud de la espalda, la tersura del pecho, los muslos y los genitales. Y en las mujeres, por medio de una infraestructura rígida de corsé y miriñaque, la generosidad de las caderas. El mensaje sexual del vestir nunca antes fue tan explícito. 


FASES ESTILÍSTICAS DEL CLASICISMO MODERNO
Fase italiana o renacentista estilo renacentista (1425-1550).
Se puede adjetivar a esta fase de italiana porque el renacimiento grecolatino se produce en Italia y no alcanza verdadera trascendencia fuera de sus fronteras hasta mediados del siglo XVI. 
El diseño busca la claridad compositiva en pos de la comprensión racional: la modularidad y la armonía son ahora principios intocables. Los artistas son como profesores que quisieran enseñarnos el cabal proceso de su trabajo.
La perspectiva es una herramienta fascinante para el
diseñador de interiores con talento.
Orden toscano y trampantojo tridimensional en esta galería
del Palacio Spada (Roma), ingenio de Borromini, siglo XVII.

Añadamos el gran invento de Brunelleschi: la perspectiva cónica, un procedimiento que mejora la ilusión de espacio como nunca antes se había logrado. Este instrumento se vuelve precioso para todos los diseñadores porque invita a elaborar convincentes trampantojos. Un diseñador italiano será desde entonces un maestro de la perspectiva. 
La figuración exalta la belleza corporal (se pintan sistemáticamente a San Sebastián y Venus, y la Capilla Sixtina se convierte en el mayor catálogo mundial de desnudos). La indumentaria anatómica favorece esta dialéctica centrada en el cuerpo y exalta el dimorfismo sexual. 


Almohadillado esquizofrénico y juguetón vistiendo el patio
del palacio Pitti (Florencia), según diseño de Ammanati (siglo XVI).
Fase manierista   estilo manierista (Italia, 1550-1625)

La primera fase de clasicismo internacional se prolonga en Francia, Inglaterra y España hasta 1650 e incluso más allá, y se caracteriza por la experimentación con el acervo decorativo grecolatino a la búsqueda de soluciones ostentosas o expresivas. Se supera la búsqueda del equilibrio como ideal estético de la plástica y el diseño. 
Este gusto manierista se traduce al diseño como una exageración decorativa por cantidad y diversidad. En Alemania y Francia las fachadas, los interiores y los muebles se abarrotan de figurillas de adorno (telamones, cariátides). También importan la diversidad y la sorpresa: los motivos auriculares sugieren figuras vagamente zoomórficas, y los monstruos adquieren presencia en los repertorios ornamentales. En España se desarrolló un estilo igualmente exagerado, pero en su sobriedad: el estilo herreriano, materialización de un ideal de vida monástico. 
En la figuración, el estilo manierista se detecta en la representación de los personajes excesivamente grandes (Miguel Ángel) o estilizados (el Greco), aunque la exageración puede llevarse más lejos y afectar al color e incluso a la perspectiva (Tintoretto).  
¿Es manierista el traje coetáneo? Quizás los altos cuellos y la caprichosa estilización de los  volúmenes, particularmente en el traje femenino, que induce a borrar todo indicio de pechos bajo los vestidos, coordine de alguna manera con el gusto manierista.
 
Todas las técnicas artísticas se unen en la decoración más ostentosa y caprichosa del siglo XVI, la galería de Francisco I en el Palacio de Fontainebleau. Telamones con aspecto de sátiros que apenas se sostienen en pie sobre sus mínimos apoyos, expulsados por la pared, sostienen dramáticamente las vigas del techo.
Fase barroca   estilos barroco y rococó (Italia, 1625-1775)
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Estilo barroco (1625-1725)

El estilo barroco es el resultado de investigar cómo provocar emociones en el espectador: la plástica elimina las composiciones ortogonales de los estilos renacentista y manierista y se concentra en composiciones de líneas diagonales: X, V, etc. El dinamismo es condición indispensable para que podamos adjetivar como "barroco" un diseño; y no la sobredecoración, ya que esta en realidad gustaba en mayor medida al estilo manierista. 
Existe muy poco diseño verdaderamente barroco, un porcentaje mínimo en la producción del siglo XVII, pero continuada en el XVIII y con ejemplos destacados en el XIX (tiempo cultural del llamado Romanticismo). 

Colores y texturas de pastelería endulzan el suculento
rococó de Cuvilliés. Revestimientos en el Palacio
Augustusburg (Alemania), siglo XVIII. 
Estilo rococó (1725-1775)
La composición de diagonales subyace en la producción de diseño rococó, pero han cambiado las texturas y sobre todo los colores. Se abandonan los contrastes bruscos del barroco (granate, dorado, gris oscuro), que sugerían tragedia, por los armoniosos colores pastel. El diseño rococó, en general, sugiere ternura y fina sensibilidad; para algunos, también femineidad. Los espacios serán intimos: nace el confort, nunca se habían diseñados tantos y tan acolchados muebles de asiento y tumbonas. Las patas curvas parecen amortiguar y recoger amorosamente al usuario, el cual adorna sus bonitas ropas con delicadas y pequeñas flores. El rococó tiene un motivo ornamental rector: la rocalla.
La figuración habla del galanteo y puede encontrarse en todo objeto de diseño: en las paredes a guisa de papel pintado, adornos de porcelana o en los cuadritos enmarcados; en la vajilla, biselada sobre el cristal o pintada en los platos; en los muebles, estampada o bordada en las tapicerías... 
Sin duda la característica más sobresaliente del rococó es la coherencia estilística entre todas las artes, una coherencia como nunca antes se había alcanzado en Europa, y que es consecuencia en gran medida del establecimiento de manufacturas artísticas coordinadas por el gobierno.